Cuando era niña mi abuela Juana siempre me enseñaba sus fotos, sus recuerdos a modo de juego. Veía a esas mujeres antiguas vestidas de negro y con cara seria que miraban hacia un lado a modo de pose de perfil. Pero siempre hubo una foto que me llamó mucho la atención, la foto de mi tía abuela Victoria. Y mirad si llamó mi atención que hasta su nombre puse a mi amada hija.
Su vestido no sé si era negro o si tan sólo era el color de la foto. Su cara no sonreía o quizás eran los largos minutos de espera para poder realizarla. La pose es espectacular, la foto una maravilla que guardo como paño en oro por lo mucho que representa para mi y eso que por desgracia no pude conocerla.
Por eso decidí un día que su cara debía de ser el sello de mi empresa y así ha sido y así será.
Las historias que me contaron de ella han sido varias y las tengo difusas en mi mente. Hoy en día sólo queda su ahijada, mi tía Catalina, viva para contarlas.
Esa foto no es tan antigua como pensáis, será entre el 1920 y el 1925 según dicen. Según dicen las leyendas de la familia murió muy joven por tuberculosis, otros dicen que dejó de comer y yo quiero dar un toque de romanticismo literario y diré que nació en un tiempo que no era el suyo, porque estoy segura de que habría amado este que yo estoy viviendo.
Lo que más me gusta de esta pequeña historia es su momento real, mi tía abuela Victoria es mi imagen en los jabones y mi amiga de soledades y silencios de la noche al trabajar en las etiquetas y diseños. Murió joven y en un tiempo difícil. No conoció más que su ciudad pueblo de aquella época, porque Palma de Mallorca era todavía pequeña. Nunca salió de allí, o mejor dicho, tan sólo salió para ir al hospital y despedirse con la mano desde la ventana de mi abuela, de su ahijada, del mundo y de la vida.
Y yo sin pensarlo rescaté su foto del olvido y la despierto haciéndola navegar por el mundo cibernético. Y eso no es todo... Sin nisiquiera imaginarlo, con mis jabones y mis mercados he hecho que su foto llegue a muchas partes del mundo real y que muchas nacionalidades conozcan su cara.
Hoy puedo decir que Victoria ha salido de viaje y aún no ha vuelto, que ha estado en Canadá, Alemania, Holanda, Francia, Inglaterra, Austria, Italia, Rusia, Nepal y mi última clienta se la ha llevado a Japón a conocer a los nipones.
Que su imagen ha recorrido muchos aeropuertos, traspasado aduanas y fronteras. Que ha hecho feliz a mucha gente al abrir el regalo esperado y que esa gente no se ha dado ni cuenta que el regalo se lo hacían a ella...
Mi hermosa tía Victoria deseo que algún día llegues a New York y que nunca más tu imagen quede olvidada en un bolso de piel viejo tirado en un armario. Que puedas oler los nuevos aromas de otras tierras y que sigas siendo tan especial con ellos como lo fuistes conmigo... Buen viaje Victoria, buen viaje...
